¿Y QUIÉN RESPONDE POR ALAUSÍ?


El informe del 19 de febrero, de la Secretaría de Riesgos, ya advirtió lo que podía pasar en Alausí. Y así, don Guillermo no hizo nada. Pero, por si fuera poco, además de desatender ahora quiere responsabilizar al alcalde de esa ciudad chimboracense.

En ese informe se establecían algunas acciones inmediatas, de carácter gubernamental, que debían ejecutarse, en primer plano, por el gobernador de Chimborazo. Es decir, por el delegado directo del Presidente en esa provincia. Con lo cual, hay una delegación con responsabilidades del gobierno central, encabezado por don Guillermo.

Por tanto, más allá de lo que se quiera responsabilizar a la Naturaleza, así como nos quieren acostumbrar a responsabilizar de todo a esos OTROS, como el PASADO, LOS EXPRESIDENTES Y HASTA DEL PASO DE LOS VIENTOS ALISIOS DEL POLO NORTE, también es cierto que las acciones concretas y locales de las autoridades provinciales y municipales son puntuales. ¿Pero cómo pueden actuar esas autoridades si no tienen recursos y menos capacidades operativas concretas que normalmente están en el gobierno central?

Lo de Alausí prueba, una vez más, que tenemos UN ESTADO AUSENTE, con un mandatario más ocupado en salvarse del juicio político que de los problemas urgentes e importantes de la mayoría de ecuatorianos y ecuatorianas. Si a un informe de su propia Secretaría de Riesgos no toma las medidas de prevención y de acción inmediata, se entiende por qué deja para “las calendas griegas” asuntos como la seguridad, la migración o la salud pública.

Y como todo quiere resolver con la propaganda gubernamental, anoche recibió una lección de política real, de realismo político y de rechazo e indignación ciudadanas. No supo cómo explicar su inoperancia y con esa lógica de proselitismo volvió a ofrecer terrenos para reubicar a las familias afectadas, sin mencionar ni dónde ni en qué condiciones. ¿Acaso las pondrá en la zona de otro riesgo?

En fin, lamentable y doloroso todo lo que ocurre en Ecuador. Y más si con la tragedia de Alausí se ha sentado una pedagogía perversa: CUALQUIER DESGRACIA PUEDE PASAR Y JAMÁS TENDREMOS NI ESTADO NI PRESIDENTE CON QUIEN CONTAR. PUNTO.

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