Ayer ya lo decíamos: NI TODO EL ORO DEL MUNDO, ni todos los medios a su servicio, pudieron comprar la conciencia, el voto y la decisión ciudadana. Hoy es un momento para pensar hasta dónde nos creen vendibles, comprables, de uso y desecho.
Y sí: anoche el presidente Guillermo Lasso aceptó la derrota de la consulta popular propuesta por él. Aunque habría que precisar que hay varios indicios de que esa consulta, en realidad, salió de alguna oficina del Pentágono, la Casa Blanca o esos aparatos de inteligencia que cuando tienen de socio a un presidente neoliberal creen que pueden imponer cualquier agenda.
Aceptó la derrota porque la evidencia era demasiado grande, contundente. Claro, se demoró 24 horas para dirigirse al país, con una retórica poco creíble. Y con algo que habrá que recordarle muchas veces. Textualmente dijo:
“Aunque seguimos creyendo en los ejes de esta Consulta, también es cierto que el bienestar futuro del Ecuador no pasaba, ni pasa exclusivamente por ella”.
¿Cómo?
¿El bienestar del Ecuador no pasaba ni pasa exclusivamente por la Consulta?
¿Escuchamos bien? Sí, lo dijo así. Y ahí cabe la pregunta de rigor: ¿Si era así por qué la hizo entonces? Nadie creería que lo hizo para perder. En su presupuesto político estaba ganar y por eso gastó tanta plata y medios públicos en eso. No cabe la menor duda que de si ganaba, NO SE LE HABRÍA OCURRIDO DECIR SEMEJANTE BARBARIDAD.
Pero ya no sorprende. Ni que salga tarde, con la retórica que lo ha llevado a perder toda la credibilidad y a contradecirse abierta y frontalmente, sin una pizca de vergüenza.
Queda algo más: insinuó que se quedaría los 2 años que le quedan en el cargo. COMO SI NO HUBIESE PASADO NADA, COMO SI LO OCURRIDO ESTE DOMINGO NO FUESE UN CASTIGO. De verdad, en cualquier democracia republicana ya se habría hecho maletas, habría renunciado y habría cumplido con lo que él mismo dice: una enseñanza, gratis, del pueblo para que sepa que gobernar no es usar zapatos rojos y menos mentir todas las semanas, con el acompañamiento de su mafia mediática.
Guillermo Lasso sabe, como en su momento lo supieron León Febres Cordero y Sixto Durán Ballén, que, tras la derrota en una consulta popular, por más brillo que le quieran dar, YA NO SE VUELVE ATRÁS NI SE ES EL MISMO.
La lección democrática del pueblo ecuatoriano va más allá de un castigo porque llegó acompañada del premio a los candidatos de la Revolución Ciudadana, la única fuerza política de oposición al neoliberalismo liderado por Lenín Moreno y Lasso en estos seis años, PUNTO.
Comentarios :
Publicar un comentario